Irene Barahona, accésit en la VIII edición del concurso de historia EUSTORY, participó en el campus de historia «Backpacking Visegrád with Pen and Camera: Traces of Social Movements in Past and Present», que tuvo lugar del 22 de septiembre al 1 de octubre de 2016 en Budapest (Hungría), Praga (República Checa) y Gdansk (Polonia). Una experiencia que ha significado mucho para ella y que aquí comparte con nosotros.
Mi nombre es Irene y hace apenas un mes viví una de las mejores experiencias de mi vida, el resultado de casi año y medio de trabajo. Como muchos de los que estaréis leyendo esto yo también participé en el certamen de historia Eustory, con la suerte de conseguir un accésit, lo que me permitió optar a una de las becas para los History Camps que la Fundación Körber ofrece cada año a los ganadores de toda Europa. El proceso de selección de los History Camps se centra en buscar a personas comprometidas con la historia, pero sobretodo, con muchas ganas de aprender y de esforzarse cada día, algo que deberéis reflejar en vuestras cartas de motivación.
Mi estancia en History Camp Backpacking Visegrád with Pen and Camera fue cuanto menos una experiencia irrepetible desde el punto de vista académico, social, y por qué no, también turístico.
Primero de todo, comentar la singularidad de este campus de historia, pues ha sido el primero en alojarse en tres ciudades diferentes de toda Europa (Budapest, Praga y Gdansk en Polonia) y en tener un segundo componente además de la historia: la comunicación y el periodismo. No solo nosotros éramos los que estábamos impacientes de ver cómo sería aquella experiencia, sino que también los organizadores (Tina, Andrea, Tamara, Katjia y Clemens) estaban deseosos por conocernos y comenzar el campus.
Cada uno de los diez días que pasamos juntos estaban llenos de dinamismo, emoción y muchas y altas expectativas que he de decir, se cumplían día a día con creces. Isabel, Elena y yo (las tres españolas) disfrutamos con nuestros compañeros, las mil historias sobre acentos, clases de danza (checa, ucraniana, hebrea y flamenco por supuesto) improvisada en la calle principal de Gdanks; las carreras para no perder el metro en Praga; hacerse miles de fotos en el puente de las cadenas, en mitad del Danubio, con Buda y Pes flanqueándonos. Pero, aunque la diversión era mucha, el trabajo también abundaba y además de las actividades de las mañanas, por tardes trabajábamos en nuestros artículos, proyectos y vídeos que a veces se prolongaban hasta la noche (aunque siempre había tiempo para juegos en los trenes nocturnos o para las pijama party en los hoteles).
Nuestros trabajos, siempre con una base en los movimientos sociales como la Revolución del 56 en Budapest, la Primavera de Praga del 68 y Solidaridad en Gdansk, nos hacían salir a la calle a entrevistar y preguntar durante horas a los habitantes de las tres ciudades, o a los turistas, sobre su visión y sus recuerdos sobre aquellos sucesos determinantes en la historia de sus países, ¿qué se decía en la prensa en aquella época? Comparar esos sucesos desde diferentes perspectivas también fue otra importante tarea, pues por ejemplo, España no publicaba lo mismo en los 60’ sobre Praga del 68 que Bulgaria, un país socialista por aquél entonces.
Yo me sentí como una auténtica periodista durante esos diez días: entrevisté a gente de la calle que a veces incluso había participado en aquellas revoluciones de manera directa, a especialistas en política, a historiadores de centros de conservación de la memoria de Praga y Gdanks, a periodistas de un periódico independiente (porque la prensa libre es uno de los grandes logros de las democracias) y finalmente incluso me entrevistaron. Recorrí aquellas ciudades de la mejor manera posible, conociendo su historia de boca de los ciudadanos.
Recomiendo a todos los que podáis optar a estos increíbles campamentos que lo intentéis: hay mucho que ganar y nada que perder, y sobretodo, muchísimo que aprender. Esta experiencia me ha demostrado que hay mucho por lo que seguir trabajando en Europa y en todo el mundo, y que hay gente maravillosa que quiere contribuir a ello, sobre la que me encanta decir que somos amigos. History Camps no busca grandes historiadores (si no un accésit como yo no habría conseguido esa beca nunca) sino solo gente joven con una conciencia comprometida y muchas granas de explorar y salir de su círculo de confort. Al final, cuando te subes en el avión de vuelta a casa, te reafirmas en la idea de que todas las experiencias y personas que te llevas justifican con creces todo el esfuerzo.»
Irene Barahona Fernández, accésit de la VIII edición de Eustory por su trabajo «Mi bisabuelo Benito Fernández Parra. Historia sobre la emigración en masa a Cuba de 1882 a 1922«.