Pablo López Muñoz fue segundo premio de la VIII edición de EUSTORY, por su trabajo «El mecenazgo artístico y la edición como instrumentos de la memoria histórica en el Viejo y el Nuevo Mundo. Legado de los hermanos Martínez Guerricabeitia«. En 2016 participo en el campus «United or divided in diversity? National Identities in Europe» que tuvo lugar en la capital de Georgia, Tbilisi. Posteriormente fue seleccionado para participar en Next Generation Summit 2019. Una experiencia que ha significado mucho para él y que aquí comparte con nosotros.

Hace unos días me comentaron si podía hablaros un poco sobre mi experiencia en el Eustory campus que realicé el año pasado en Berlín, e indudablemente acepté. Lo cierto es que estas semanas de confinamiento, los días muchas veces se vuelven reflexivos y nos da por pensar en nuestras últimas experiencias, viajes, fiestas…Y hace no mucho, estando en la cama, me vinieron todos los recuerdos del viaje de Berlín. Sinceramente, el campus de Berlín fue increíble, fueron unos días espectaculares y realmente disfruté como no había llegado a imaginarme que lo haría.

El de Berlín no fue mi primer campus, yo ya tuve la suerte de ir a otro en 2016 en Tbilisi, Georgia, donde también disfruté muchísimo, pero fue diferente, en aquel campus yo era más pequeño, 16 años, el inglés me costaba, éramos poca gente en el campus, unos 25 y solo dos españoles (aunque eso tampoco es un problema), aunque todo esto no quitó que sea uno de los viajes más especiales de mi vida.

Pero a lo que iba, Berlín. Este campus, de primeras ya pintaba bien, principalmente por la cantidad de gente que había, 80, 90… no lo recuerdo, pero muchos, y no sabéis el placer que es conocer a tanta gente, de tantos países distintos, diferentes culturas, idiomas…mágico. Me acuerdo de que una noche estando allí, escribí un tweet que decía algo así como, no hay nada mejor que viajar y conocer gente nueva.

Durante los días que estuvimos allí, por las mañanas y por las tardes nos dedicábamos a hacer actividades en grupo relacionadas con diferentes temas históricos, en el grupo que yo estaba tratábamos la transición española, y era increíble poder hablar y debatir con gente tan lejana a ti.

Además, tuve la suerte de que los profesores que teníamos en el grupo eran realmente buenos, tanto a la hora de acercarnos a la historia, como la manera en que conseguían que expresásemos nuestras ideas y sentimientos, Además, tuvimos la oportunidad también de conocer Berlín, ciudad que no conocía y quedé impresionado, pocas ciudades en el mundo habrá que tengan tanta historia en sus monumentos y calles; la puerta de Brandeburgo, el Reichstag, east side gallery, el muro, el memorial… Una ciudad que indudablemente merece la pena conocer.

Y, por último, lo mejor de todo, como he comentado antes, la gente con la que compartes esta experiencia. En el campus seríamos unos ocho o nueve españoles y españolas, gente increíble que hizo del viaje inolvidable. Pero la gracia de estos viajes está en la gente de otros países que conoces y los momentos que compartes con ellos. Durante el día estabas con alguno de ellos en los talleres, pero era cuando acababan las actividades cuando nos sentábamos en las mesas de la entrada del hotel a conocernos mejor, a compartir historias, experiencias, y pasaban las horas sin darte cuenta porque estabas disfrutando, acompañados de una buena cerveza alemana. Mejor dicho, buenas cervezas.

En los pocos días que estas allí haces amigos, con los que luego sigues en contacto, y solo por eso vale la pena. Además, si tienes la suerte de luego volver a otro campus, igual te encuentras allí con algún compañero del otro campus, yo, por ejemplo, uno de los compañeros de habitación que tenía en Berlín, fue mi compañero de habitación en Tbilisi. Fue una gran sorpresa para ambos, que nos alegramos muchísimo de volvernos a ver.

Acabo ya, simplemente deciros que vayáis, que lo intentéis, porque es una oportunidad única y especial, no os arrepentiréis, os lo aseguro. Y además, en esos campus se necesita gente mediterránea que monte un poco de fiesta. Y de eso tampoco faltó en Berlín.