Para realizar tu investigación, es necesario que acotes el objeto de estudio: es decir, definir qué aspectos concretos quieres estudiar y plantear los límites: determinados aspectos que, aunque también son interesantes, por extensión, por falta de información u otros motivos, no vas a investigar.
Entre los aspectos qué debes acotar, se incluyen:
- El elemento del patrimonio que vas a investigar: un inmueble, una obra artística, una región, un elemento inmaterial… Te recomendamos que el elemento que escojas sea de tu entorno cercano, para que te sea fácil acceder al mismo.
- El período temporal que vas a abarcar: una década, un siglo, todo el período de vida (desde su nacimiento hasta su desaparición / la actualidad).
- El fenómeno que, en relación al elemento, vas a estudiar: cuál es su origen, cuáles han sido sus usos, cómo se conserva, qué motivó su desaparición, cómo ha influido en su entorno… En historia, son especialmente interesantes los fenómenos que responden a preguntas de “cómo” y “por qué”.
- El espacio geográfico: el espacio donde se ubica el objeto, tu localidad, el país, varios países…
No intentes abarcar demasiado; cuanto más concreto sea el objeto de estudio, más podrás profundizar y mayor facilidad tendrás para decidir qué información incluyes y cuál no. Además te ayudará a ahorrar tiempo, ya que no dedicarás tiempo a temas que finalmente no presentarás en el trabajo. El tema tampoco debe ser excesivamente limitado, ya que en tal caso puede que no encuentres fuentes suficientes o no consigas la información para relacionar dicho elemento con tu entorno y con la historia que te rodea.
Así mismo, plantear el objeto de estudio en forma de interrogante puede servirte para diseñar la investigación, ya que podrás preguntarte en todo momento si lo que estás haciendo te ayuda a responder a dicho interrogante. Por ejemplo, si lo que planteas es ¿por qué desapareció la Torre Nueva de Zaragoza a finales del siglo XIX?, sabrás que debes recoger información relativa a su destrucción y podrás descartar los datos relativos a su uso durante los siglos XVI a XVIII. Finalmente, tienes que tener en cuenta que el objetivo de toda investigación es profundizar y descubrir nueva información. Por ello, debes evitar limitarte a recopilar información y repetir lo que otros autores ya han escrito sobre un tema. Mira a tu alrededor, observa la situación, y plantéate cómo se relacionan los elementos que te rodean.