La entrevista es la herramienta fundamental para obtener un testimonio oral, a partir del cual podrás reconstruir un suceso histórico, o explorar diferentes aspectos de la vida cotidiana.

Una entrevista no es una conversación espontánea: requiere preparación. A través de las preguntas, serás capaz de extraer los recuerdos del entrevistado: se trata por tanto de una información co-producida, cuyo valor dependerá tanto de las vivencias del entrevistado como de la habilidad para realizar preguntas del entrevistador.

Algunas claves para realizar una buena entrevista son:

1. Elegir adecuadamente a la persona que vas a entrevistar

Debe ser representativa de la historia que estás estudiando. Puede ser una persona que estuvo involucrada directamente en un acontecimiento histórico (que tomó una decisión, que asistió a los sucesos); un miembro de un colectivo (mujeres, minorías religiosas, inmigrantes), una persona con una trayectoria personal extraordinaria; o una persona corriente que pueda contar cómo era la vida cotidiana.

2. Documentarte sobre el tema con antelación

El interés de la entrevista es proporcionarte información complementaria para tu investigación. Por ello, es importante que ya tengas suficiente información sobre el tema que te permita plantear cuáles son los aspectos sobre los que quieres obtener más información. Esto te ayudará además a comprender e interpretar mejor las respuestas que vaya dando el entrevistado.

3. Preparar las preguntas

Puedes preparar un cuestionario cerrado, con las preguntas que quieres hacer, o simplemente apuntar los temas generales que quieres tratar e ir haciendo las preguntas a medida que salgan estos temas en la entrevista. A la hora de formular las preguntas:

  • La sensibilidad y la formulación son importantes. No plantees preguntas cuya respuesta sea sí o no, o un dato o fecha concretos; sino preguntas que den pie al entrevistado a compartir su opinión o vivencia, sin ponerle en un compromiso, condicionar sus respuestas ni juzgarlas.
  • Sigue un guion, pero no lo conviertas en un interrogatorio: tienes que ser flexible para cambiar el orden de las preguntas, según los temas que vayan saliendo, así como plantear nuevas preguntas y estar abierto a nuevos aspectos que puedan surgir durante la entrevista (sin perder de vista el tema central).
  • Haz que el entrevistado se sienta cómodo. Elige un lugar tranquilo, que sea familiar, y donde no haya ruido o interrupciones. Haz preguntas amplias y fáciles de responder. Puedes comenzar la entrevista con alguna cuestión general o personal que le dé ganas de hablar. Demuestra que estás escuchando, presta atención a las cosas que son importantes para la persona y evita crear situaciones tensas o delicadas. También puedes pedirle que te muestre objetos personales, ya que estos te aportarán información muy valiosa y además le ayudarán a recordar.
  • Y por supuesto, no olvides dar las gracias al entrevistado una vez que finalice la entrevista.

4. Registrar tanto lo dicho como lo omitido

Los gestos, la actitud, el lenguaje de las manos, los silencios… aportan información adicional al relato recogido en la grabadora. Recoge tus impresiones inmediatamente después de la entrevista.

5. Interpretar la información

Recuerda que las fuentes orales, como otras fuentes históricas, son subjetivas, y debes completar, verificar y contrastar la información obtenida utilizando otras fuentes. El valor de las fuentes orales es sobre todo aportarte aspectos vivenciales, opiniones críticas o un punto de vista más humano del acontecimiento histórico.